Haciendo frente a los padres

Por Tom Mauser / 20 de abril de 2012
Extracto de "Walking in Daniel's Shoes"


Nota: Anteriormente en este mismo capítulo, se nos cuenta que Tom Mauser envió una carta bastante dura a la familia Harris a principios de 2007 y recibió una llamada de Ben Colkitt, abogado de los Harris, diciendo que aunque Wayne y Kathy no tenían intención de reunirse con él debido al tono de su carta, Colkitt estaba dispuesto a sentarse con él y tratar de responder algunas de las preguntas que exponía en la carta, a lo que Tom accedió.

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CARA A CARA

A principios de 2009, solicité una segunda reunión con Ben Colkitt. Este encuentro fue más breve, ya que solo quería hacerle unas preguntas extra. Poco después de esa reunión, Colkitt me llamó y me dijo que los Harris estaban interesados en reunirse con Linda y conmigo y me preguntó si estaríamos dispuestos. El ofrecimiento llegó inesperadamente, puesto que no le había pedido que tratara de organizar un encuentro, pero quizá estaba relacionado con el hecho de que mis reuniones con Colkitt habían sido cordiales.

No había requisitos previos para llevar a cabo el encuentro. Linda, sin dudarlo, dijo que se reuniría con ellos, pero queríamos esperar hasta que el décimo aniversario de Columbine hubiera pasado.

Linda y yo nos preparamos mentalmente para el encuentro, pensando en cómo nos dirigiríamos a ellos y qué les preguntaríamos. Estuvimos de acuerdo en que debería ser una conversación entre cuatro padres, nada parecido a un interrogatorio. Después de todo, los padres de Columbine que demandaron a los Harris y a lo Klebold ya los habían interrogado. No había motivo para pensar que nos revelarían algo más a nosotros, sobre todo cuando no estaban bajo juramento. No planeamos ser agresivos con ellos, aunque eso no significaba que no les fuésemos a hacer algunas preguntas inquisitivas sobre su hijo y sobre sus acciones en la antesala de la masacre.

Nos reunimos con los Harris a las 18:00 el 15 de julio en la misma iglesia al sur de Denver en la que había tenido mis encuentros con Colkitt. Primero nos reunimos todos en el exterior de la iglesia, presentándonos con escuetos comentarios de cortesía, luego nos dirigimos al interior. Nos encontramos en la capilla de la iglesia, una sala estrecha, larga y bien iluminada con suelo de madera y muchas ventanas. Rápidamente estuvimos de acuerdo en trasladarnos a un cuarto más íntimo donde nos pudimos sentar en bancos de madera, unos frente a otros. Colkitt se marchó en ese momento, diciendo que no había necesidad de que estuviera presente.

Una vez solos, Wayne Harris sonrió y dijo, “Encantado de conoceros”, y extendió su mano. Linda les dio las gracias por venir y Kathy le entregó una cesta con flores. Los Harris rápidamente comenzaron a hablar, expresando sus condolencias y su remordimiento por lo que su hijo le hizo a Daniel, diciendo que era algo que nunca le habían enseñado o justificado. Nosotros también expresamos nuestro pésame por su pérdida y por el dolor que habían tenido que sufrir.

El señor Harris nos dio la impresión de ser inteligente y bienhablado. Fue agradable y parecía abierto a nuestras preguntas. Su forma de hablar precisa encajaba con nuestras ideas preconcebidas de alguien que ha tenido una carrera militar. (Había sido piloto en las Fuerzas Aéreas). Pero ambos nos lo habíamos imaginado como un hombre autoritario más grande, con una voz más profunda y más controlador, quizá por nuestros prejuicios de la familia Harris y sus antecedentes militares. Pero parecía no ser ninguna de esas cosas – resultó ser más amable y con una voz más suave de lo esperado. La señora Harris parecía más tímida que él, pero también fue cordial. Nada acerca de ellos parecía muy fuera de lo normal, nada que le hiciera pensar a uno fácilmente: “Vaya, no me extraña que ese chico estuviera desquiciado”.

Hablamos de nuestras familias. El señor Harris habló con orgullo de su hijo mayor, Kevin, y de lo bien que le iba. Naturalmente me pregunté si Eric se sintió inferior y eclipsado por su hermano. También recordé cómo muchos padres muestran preferencia por uno de sus hijos, y que eso normalmente no termina con el hijo subestimado convirtiéndose en un asesino. Los Harris parecían desconcertados por lo que le había sucedido a Eric. Parecían aceptar sin reparos que quizá Eric fuera un psicópata, pero señalaron que no sabían cuándo se produjo el cambio. Dijeron que Eric los engañó tanto a ellos como al psicólogo que lo estaba tratando. Fueron mal informados por el psicólogo, quien creían que había considerado que los problemas de Eric eran menores.

En respuesta a la pregunta sobre si eran una “familia de mesa de comedor”, aseguraron que comían en familia muchas veces. Insistieron en que nunca fueron crueles con Eric. Ambos trabajaban, pero la señora Harris insistió en que siempre estaban disponibles para Eric.

Los padres de Eric no parecían creer que hubieran pasado por alto ninguna señal de alarma. Pero compartieron con nosotros información sobre su hijo que parecían ser indicios de que algo iba mal. Nos contaron que una vez Eric se enfadó tanto que dio un puñetazo contra una pared de ladrillos y se rasguñó los nudillos gravemente. Me pregunté a mí mismo si eso les pareció anormal y motivo de preocupación. Me pregunté si en su casa desalentarían la muestra de emociones y si eran padres que preferían evitar tales arrebatos antes que lidiar con ellos.

El señor Harris nos hizo saber que Eric probablemente se sentía cohibido por el hecho de que tenía una anomalía que hacía que su pecho estuviera ligeramente hundido en la zona del esternón. Dijo que Eric estaba molesto debido a que se había sometido recientemente a una operación en el pecho pero que no parecía haber ayudado mucho, aunque no pensaba que esto fuera algo que lo llevara a su disfunción mental.

Los Harris admitieron que Eric les había informado de que no estaba interesado en unirse a ninguno de los clubs de Columbine. Esa revelación fue especialmente perturbadora para mí. No es que fuera una señal obvia de mal agüero, pero me hizo preguntarme si les debería haber preocupado más, dada su falta de amigos y su sabida depresión. No pude evitar llegar a la conclusión de que estos padres no valoraban demasiado la interacción social. Después de todo, ellos tampoco parecían muy extrovertidos.

Linda preguntó al señor Harris si Eric parecía demasiado aficionado a las armas. Respondió que no, pero admitió que Eric se suscribió a una revista de armas, añadiendo que pensó que lo hizo únicamente para poder entender más fácilmente el videojuego Doom. Me pregunté cómo demonios podía ayudar un detallado conocimiento de armas en un juego de ficción para ordenador.


SEÑALES PERDIDAS

La señora Harris compartió con nosotros que Eric no había hecho planes para el otoño de 1999 a pesar de su insistencia para que encontrara un trabajo o se inscribiera en alguna universidad. Parecía un poco confusa sobre si Eric había hecho alguna prueba de acceso para la universidad. Parecía raro que no lo recordara, pero añadió que también había considerado que Eric fuera a algún centro de formación profesional superior, que no requería exámenes de acceso. Aun así, sentí que no era una buena señal tener a un adolescente inteligente y depresivo sin hacer planes para después de su graduación. Los Harris pensaron que su hijo podía haber estado manipulándolos, demorando sus peticiones de hacer planes para el futuro expresando su interés de unirse a la Marina.

Todo esto podría haber indicado que los Harris tenían un adolescente conflictivo, pero aun así no había indicios apabullantes de que Eric podría convertirse en un asesino en masa. Yo no pensaría automáticamente que un adolescente que asalta una furgoneta, está interesado en armas y videojuegos violentos y no pertenece a ningún club de su colegio como un candidato a cometer asesinatos múltiples. Si la sociedad estadounidense pensara que esos rasgos eran indicios de futuros asesinos, tendríamos que poner a miles de adolescentes de todo el país bajo vigilancia.

Pero hubo otras señales de alerta, como la depresión de Eric y el hecho de que sus padres supieran que tenía pocos amigos. Astutamente se negó a dejar a su padres entrar en su perturbador mundo, pero a mí me pareció que los Harris no se tomaron el tiempo necesario para investigar su vida más en profundidad y no fueron lo suficientemente entrometidos como para descubrir las bombas de tubo y las armas.

Pregunté si ayudarían al mundo hablando en público sobre las señales de aviso por parte de Eric que no identificaron, pero los Harris dijeron que se sentían demasiado vulnerables para hablar con los medios de comunicación y no creían que pudieran soportarlo. Sigo creyendo que es algo trágico que no hayan hablado públicamente, pero estoy de acuerdo en que a cualquiera en su situación se lo “comerían vivo” a través de la exposición mediática directa. No creo que la personalidad de los Harris pudiera haber aguantado ese tipo de intenso escrutinio por parte de los medios.

Cualquier cosa que los Harris dijesen habría sido puesta en duda por la mayoría de la gente. Muchas personas no estarían satisfechas a no ser que se rindieran y dijeran que tenían toda la culpa. Pero al no haber hablado públicamente de ninguna modo tras la masacre ni haber hablado de forma cooperativa con la policía, ya han perdido prácticamente cualquier oportunidad de ganarse el beneficio de la duda por parte del público.


¿INGENUOS?

¿Fuimos Linda y yo demasiado ingenuos y benévolos con los Harris? ¿Nos mintieron? Estoy seguro de que algunas personas dirán que así fue. Si fuera el caso, que así sea, pero no somos tan escépticos como aquellos que insistirán en que fuimos engañados por los Harris. Sabemos juzgar bastante bien a las personas y creemos que habríamos sabido si alguien estaba mintiendo. Los Harris no nos parecieron gente calculadora ni retorcida. Más bien al contrario, nos parecieron desafortunados y ajenos a lo que sucedió. Llegamos a la conclusión de que probablemente no fueron lo suficientemente conscientes, involucrados o intuitivos para entender lo que estaba pasando con su hijo.

Muchos otros padres no podrían haber predecido fácilmente la brutalidad que residía en Eric Harris. Pero fueron descuidados al no saber de las páginas web de Eric, por no descubrir las armas guardadas en su casa y por no hacer más por fomentar la interacción social positiva. Al mismo tiempo, ¿cuántos padres pueden decir que saben todo lo que hacen sus hijos en Internet? ¿Cuán cuidadosamente supervisan sus habitaciones? ¿Cuántos hacen lo suficiente para alentar la vida social de sus hijos adolescentes? Muchos lo hacen, pero otros muchos no.

Los Harris al menos parecían tener algún nivel mínimo de implicación en la vida de su hijo y le estaban proporcionando asesoramiento en salud mental. Pero su forma de educar no parecía lo suficientemente adecuada para abordar su enfermedad mental. Culparon al psicólogo de Eric, pero creo que los padres también deben tomar responsabilidad en entender y tratar la salud mental de sus hijos, igual que lo hacen con su salud física.

Los Harris no parecían gente insensible o cruel, pero tampoco parecían gente excesivamente empática o expresiva. Concluímos que no eran padres malos o desconectados, pero tampoco nos dieron la impresión de ser una pareja muy cariñosa o conectada emocionalmente con su hijo.

En un momento dado me sentí un poco frustrado por lo que pensé que fue una falta de reconocimiento del fracaso por parte de los padres, preguntando a los Harris. “¿Así que no hay nada que podamos aprender de esto? ¿No se cometieron errores?” Dieron a entender que no hubo ninguno.

Algo que llamó la atención de Linda fue que no parecían cuestionarse a sí mismos. Ella creía que si su hijo hubiera mostrado señales de aviso preocupantes similares a las mostradas por Eric, se habría cuestionado a sí misma. Pero ese no parecía ser el caso de los Harris. Parecían dar por hecho que todo fue esencialmente inevitable y resultado de la enfermedad mental de Eric.

Al final de nuestra reunión, Linda les dijo a los Harris que perdonaba a su hijo, lo que pareció complacerlos. Más tarde me dijo que se sintió incómoda brindando el perdón a los padres porque fue Eric el que cometió el crimen y porque los Harris no solicitaron su perdón. Además, se sintió un poco dudosa respecto a ellos. Yo me sentí igual. Por eso no les ofrecí mi perdón. No obstante, al final de nuestro encuentro, Linda les deseó que tuvieran paz y yo hice lo mismo.

Hablamos con ellos durante aproximadamente una hora. Me siento mejor por haberlos conocido y haberlos mirado a los ojos. No parecían monstruosos, simplemente demasiado humanos. Fue otra parte del proceso de curación. No nos aportó ninguna respuesta a la pregunta crucial, “¿Por qué?”, pero nunca esperé que lo hiciera. Nos dio alguna pistas y un pequeño vistazo en las vidas de la gente que estuvo más cerca de Eric.


Esta página está dedicada a todos aquellos que resultaron heridos o murieron en el tiroteo que tuvo lugar en el instituto Columbine en Littleton, Colorado, el 20 de abril de 1999. Esta web trata sobre los hechos que tuvieron lugar ese día, da una escueta mirada a la realidad de las acciones de Eric Harris y Dylan Klebold y las consecuencias que éstas tuvieron.

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