Nacido el 19 de febrero de 1983.
16 años.
Matt Kechter era un fornido estudiante de segundo año. Jugaba tanto en las líneas de ataque como de defensa en el equipo de fútbol y era un estudiante de sobresalientes.
“Cuando oí que era uno de los que habían muerto en la biblioteca, entendí que era cierto” dijo Greg Barnes, uno de sus amigos más cercanos. “Siempre estaba en la biblioteca estudiando. Ponía sus estudios por delante de todo y, aunque sacaba sobresalientes, nunca presumía de ello”. Trágicamente, Greg se suicidaría poco después del primer aniversario de Columbine.
El 20 de abril, Matt se encontraba estudiando en la biblioteca junto con su amigo Craig Scott (hermano de Rachel Scott) cuando el tiroteo comenzó. Cuando Patti Nielson llegó corriendo y dijo a todos que se agacharan, ambos chicos se escondieron bajo la mesa junto con otro de sus amigos, Isaiah Shoels.
Cuando los agresores entraron a la biblioteca, dispararon a varias personas antes de que Dylan Klebold se percatara de Isaiah y llamara a Eric Harris para que se acercara. Ambos hicieron comentarios racistas sobre el chico negro y Harris le disparó a bocajarro, tras ello Klebold disparó a Matt en el pecho. Matt murió poco después en la misma posición.
En su funeral, el equipo de fútbol del instituto Columbine llevó lazos con el nombre de Matt y su número de jugador. Fue enterrado en el Mount Olivet Cemetery in Wheat Ridge, Colorado.
En septiembre de 1999 fue aceptado de forma póstuma en la National Honor Society.
Su inscripción en el Columbine Memorial dice:
Matthew, un regalo de Dios.
Mientras que salga el sol, las águilas alcen el vuelo y el viento sople, te recordaremos. Los recuerdos son momentos del tiempo unidos, pero en estos momentos de reflexión veremos la bondad en tus ojos, oiremos tus dulces carcajadas y sentiremos el amor hacia los demás que había en tu corazón.
Siempre recordaremos tu afición por estar al aire libre, tu pasión por el deporte y tu compromiso por el éxito académico. Nunca olvidaremos tu gran y orgullosa sonrisa después de que pescaras tu primera trucha. Te encantaba competir y te esforzabas al máximo en todos los deportes que jugabas. Te encantaba ganar pero, aun así, tu sentido de la justicia e integridad siempre prevaleció.
Académicamente eras brillante. Nunca olvidaremos aquella vez que estabas escuchando música y viendo un partido de fútbol americano mientras hacías tu tarea de álgebra. Cuando le preguntamos por las distracciones, imitando la voz de Forrest Gump nos respondió, “Tengo un sobresaliente de media y eso es todo lo que diré al respecto”.
Eras conocido como el chico al que acudir cuando se necesitaba ayuda con los deberes, ya que siempre encontrabas tiempo para echar una mano. Y lo que es más importante, traías alegría a los que te rodeaban con tan solo una palabra amable o una dulce sonrisa. Tu dedicación a tu familia y amigos nos servirá de inspiración para seguir adelante en nuestro viaje por la vida. Poseías una profunda empatía pese a ser alguien tan joven. Eras inteligente, cariñoso y considerado.
“Estoy con vosotros siempre”. Mateo 28:20