El hallazgo de una nueva queja contra Eric Harris fechada 20 meses antes de la masacre (ver octubre de 2003), provocó que en 2004 volviera a avivarse la polémica respecto al encubrimiento llevado a cabo por la Oficina del Sheriff del condado de Jefferson en relación a la información y las pruebas que tenían en su poder.
Con la intención de conseguir mejorar la comunicación con el público, desde la Oficina del Sheriff tomaron la decisión de exhibir todas las pruebas físicas relacionadas con la masacre del instituto Columbine. Sin embargo, en lugar de dispersar las dudas sobre la investigación, solo consiguieron levantar más.
“Increíble. Esos chicos tenían suficiente material como para hacer explotar el instituto dos veces”, dijo Bob Warnier, padrastro de Brian Anderson, uno de los estudiantes heridos.
Con la intención de conseguir mejorar la comunicación con el público, desde la Oficina del Sheriff tomaron la decisión de exhibir todas las pruebas físicas relacionadas con la masacre del instituto Columbine. Sin embargo, en lugar de dispersar las dudas sobre la investigación, solo consiguieron levantar más.
“Increíble. Esos chicos tenían suficiente material como para hacer explotar el instituto dos veces”, dijo Bob Warnier, padrastro de Brian Anderson, uno de los estudiantes heridos.
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La exposición se llevó a cabo durante los días 25 y 26 de febrero de 2004 en dos salas de uno de los auditorios de la Feria del condado de Jefferson, que se convirtieron en un macabro museo de la masacre de Columbine. El primer día solo se permitió el acceso a los familiares de las víctimas, mientras que durante el segundo se abrieron las puertas de la exhibición a todo el público.
En una de las mesas había 58 bolsas de papel marrón, cada una con una pegatina con el símbolo biohazard, que contenían la ropa ensangrentada de las víctimas. Sobre otra reposaban dos grandes cajas selladas con cinta adhesiva y con la etiqueta “Autopsias”. Una vitrina de cristal cerrada contenía 23 tomos de fotos de la escena del crimen.
Entre otros artículos expuestos se incluían más de 700 balas, casquillos de balas y fragmentos; un monitor de ordenador con un agujero de bala en el centro de la pantalla; trozos de moqueta con manchas de sangre; un trabajo escolar de Dylan Klebold titulado “Las razones y motivaciones de Charles Manson”.
La pizarra blanca con un mensaje escrito en rotulador azul: “1 desangrándose”, que los estudiantes colocaron en la ventana mientras trataban salvar al profesor herido Dave Sanders, quien finalmente murió. Asimismo, las cintas del sótano formaron parte de la exposición pero no se proyectaron.
Una vitrina contenía las armas de la masacre, incluyendo las dos escopetas recortadas, un rifle, una pistola semiautomática, cargadores y cuchillos. Las gabardinas negras se encontraban en otra vitrina junto a los cinturones, las cartucheras portabalas y las huellas dactilares de los agresores. En una tercera vitrina se podían observar 10 bombas de tubo.
Las reglas de acceso a la exposición prohibían tocar las pruebas expuestas e incluían el siguiente aviso:
Por favor, dense cuenta de que las fotografías de la escena del crimen, las pruebas relacionadas con las autopsias, la ropa de las víctimas y artículos similares están presentes pero han sido ocultados intencionadamente dentro de bolsas marrones. Estos artículos no están disponibles para su contemplación debido a la naturaleza privada y gráfica de los mismos. Por último, los artículos incautados de las casas de Harris y Klebold también están ocultos conforme a las órdenes del tribunal del distrito.
La política de “se ve pero no se toca” no fue bien recibida por algunos de los asistentes, que decían que así no tenía sentido realizar la exhibición. El estudiante herido Mark Taylor declaró: “¿Por qué no han hecho público todo esto aún? Te dejan entrar y mirar, pero después te dicen que no puedes abrir nada”.
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